Foto Diario Correo

Fragmento del libro Habla La Ciudad 

CIUDAD Y GESTIÓN DEL RIESGO DE DESASTRES

Adversidades en ciernes, agazapadas tras las murallas brindadas por la naturaleza, vital guarecerse de los "enviados divinos", que sin autorización se tomaron privilegios a fuerza de la capacidad de fuego de sus manos, semejantes a relámpagos mortales lanzados por dioses enojados. La furia borró la memoria de los connaturales, acerca del dominio del territorio y la naturaleza.

Son más de cinco siglos transcurridos, la confianza con las nuevas generaciones los ha obligado a abandonar las murallas y ponerse a disposición para establecer reglas de convivencia que atenúen los efectos mayores y menores de las manifestaciones de la naturaleza que cada vez hace más estragos. Las preocupaciones de hoy son secuela del olvido ancestral, la mayoría de ciudades se asentó en los valles; la naturaleza del lugar, antaño tratada con amabilidad, ha sido olvidada; hábitos y costumbres son otros, áreas de aniego violentadas sin freno, río preso de pantallas de argamasa, la informalidad es una formada telaraña, autoridad efímera, ejercicio utilitario crecido como mala hierba, cada una como cuenta gotas, han labrado la piedra. Arremetidas de antaño hoy se antojan avalanchas, vaivenes de antes hoy asemejan convulsiones de conciencia, en otra época guardianes tutelares hoy asemejan agresores briosos.